miércoles, 26 de febrero de 2014

Práctica ideal de la Enseñanza

         Para que se dé una práctica ideal considero como algo muy importante y esencial: la involucración del docente en ella. 
            El docente ideal lo veo como un docente activo, seguro de sí mismo, que domina a la perfección los contenidos y a su vez, la forma de trasmitirlos a sus alumnos; que usa diferentes metodologías y estrategias y las adapta todas y cada una de ellas al contenido, a las características, intereses y necesidades de sus alumnos en su contexto; y  que ve a cada uno de sus alumnos como único, diferente, e intenta sacar el mayor potencial de cada uno de ellos.  Por supuesto, un docente que tiene pasión, motivación y vocación por enseñar. Con mentalidad abierta y dispuesto a cambiar, a innovar, a escuchar críticas constructivas, etc.  Es el responsable de crear en su aula un buen clima o ambiente de trabajo, siendo  capaz de proporcionar diversas actividades que creen curiosidad, interés en el alumnado y les inviten a la participación, a la reflexión, toma de decisiones, a tomar la iniciativa...etc. Impulsando así en sus alumnos, el aprendizaje autorregulado, haciéndoles reflexionar e indagar sobre lo que aprenden y animándoles a que poco a poco vayan construyendo su propio aprendizaje.
            En esta práctica ideal de enseñanza, considero que los alumnos son los protagonistas del proceso de enseñanza-aprendizaje. Serían alumnos que tienen curiosidad por las cosas, ganas de aprender y motivación…y de participar activamente. Además, serían conscientes de lo qué aprenden y cómo lo hacen, con una actitud de autorregulación, de mejora, de superación.  
            La relación entre profesor y alumno en esta práctica ideal la veo como una buena relación, de confianza y de respeto a la vez, en la que el profesor actúa como guía, orientador del alumno, ayudándole a crecer, a que descubran por sí mismos… guiándoles hacia su camino, pero nunca dándoles todo hecho. Da pie a la experimentación, al descubrimiento…a la creatividad.
            Para poner en práctica este ideal de enseñanza considero que debería haber una buena formación de docentes y de futuros docentes (no solo inicialmente, sino también durante la profesión en sí misma, es decir, que haya una formación permanente). Sobre todo, veo necesario que éstos tengan vocación, ganas de aprender, de dar… pasión por enseñar.  Así, estos docentes podrían involucrarse en este proceso de enseñanza-aprendizaje e intentar hacer de su práctica profesional una práctica ideal, o al menos, la mejor que se pueda al momento: con actitud de aceptación, de cambio, de superación, de innovación…. Y así “desaparecía”  la concepción que tristemente tiene muchos docentes acerca de su profesión: el “ir a clase, soltar el sermón, y para casa”. 


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